En julio de 1886, mientras el zar Nicolás II otorgaba la liberación a los siervos en Europa, nacía en el estado de Nueva York el fundador de una futura empresa de venta directa de cosméticos. La historia de David H. McConnell y su compañía, Avon, es un símbolo representativo del espíritu empresarial de Estados Unidos, que superaba en aquel entonces los tiempos y las formas del Viejo Continente. Inicialmente, McConnell vendía libros a domicilio y regalaba una botella de perfume que él mismo fabricaba a las amas de casa. Pronto se dio cuenta de que su fragancia despertaba más interés que los libros. Fue así como en 1886 fundó la California Perfume Company, que luego sería conocida como Avon Products en 1939.
El nombre de la marca fue un homenaje nostálgico a los orígenes literarios de McConnell, quien decidió nombrar a su compañía como el río que pasa por Stratford-upon-Avon, lugar de nacimiento de William Shakespeare.
Desde su inicio, Avon se centró en el negocio de la venta directa, enfocándose en un perfil específico de clientes: las mujeres. La primera vendedora de la compañía fue una mujer llamada Mrs. Albee, quien se convirtió en una leyenda dentro y fuera de la empresa. Actualmente, Avon cuenta con más de seis millones de distribuidoras en todo el mundo. A lo largo de los años, Avon ha mantenido su enfoque en la venta directa a las mujeres, lo que ha llevado a convertirse en un gigante global en la industria cosmética con más de 45,000 empleados, presencia en más de 100 países y una facturación anual superior a 10,000 millones de dólares.
Aunque Avon se ha expandido internacionalmente, siempre ha tenido un fuerte compromiso con su país de origen. Durante la Segunda Guerra Mundial, la empresa fabricaba paracaídas y máscaras de gas en lugar de productos cosméticos, y sus distribuidoras vendían bonos de guerra. En aquel entonces, Avon ya era un negocio próspero y había logrado varios récords, como facturar su primer millón de dólares en 1920 y aumentar las ventas en un 70% durante la Gran Depresión.
En la década de 1950, Avon lanzó una campaña publicitaria que se convertiría en una de las más largas y exitosas de la historia: Avon llama a su puerta. Al final de esa década, la empresa facturaba 100 millones de dólares al año y contaba con 100,000 distribuidoras. Fue entonces cuando comenzó su expansión internacional, llegando a España en 1966 y expandiéndose a más de cien mercados en la actualidad.
En la década de 1970, Avon comenzó a vender bisutería y se convirtió en la compañía líder en venta directa de bisutería en todo el mundo en solo diez años. También adquirió Tiffany & Co., que mantuvo hasta 1980, y comenzó a fabricar equipos médicos y productos químicos.
A mediados de la década de 1990, Avon vendió esas filiales y volvió a centrarse en su negocio principal: la cosmética. En esa época, la compañía ingresó al mercado chino utilizando un modelo de negocio minorista, ya que la venta directa estaba prohibida en el país. No fue hasta 2006 que el gobierno chino otorgó a Avon la licencia oficial que le permitió llegar a millones de mujeres chinas.
La legendaria Mrs. Albee, la vendedora a caballo que inspiró una muñeca Barbie
David McConnell fue el creador de Avon, pero Mrs. Persus Foster Eames (P.F.E.) Albee fue el corazón de la compañía. Conocida como la madre de la California Perfume Company y más tarde como la primera dama de Avon, Mrs. Albee es una leyenda tanto dentro como fuera de la empresa. Tanto es así que en 1997 se lanzó al mercado estadounidense una muñeca Barbie con su imagen.
Nacida en Winchester, New Hampshire, Mrs. Albee se unió a McConnell cuando ya tenía 50 años y dos hijos. Ella reclutó a las futuras vendedoras y también fue la responsable del modelo de venta a través de distribuidoras que cautivó a las clientas de Avon. Llevaba a cabo su trabajo con entusiasmo, incluso viajando en caballo, coches de caballos y trenes para vender los perfumes fabricados por McConnell. En una carta escrita a McConnell en esos años, describió su trabajo de esta manera: «No conozco ningún trabajo más lucrativo, agradable y satisfactorio que este». Su eficacia fue notable, ya que en 1903 ya había reclutado a 10,000 vendedoras. Estas mujeres fueron las pioneras de un exitoso ejército que ahora cuenta con seis millones de representantes en todo el mundo.
